En estos días de verano y de trabajo, muchos me levanto con la ilusión de poder despertar en uno de esos lugares en los que nada más entrar el ritmo de vida se ralentice. Lugares que no solo inspiren mi creatividad para desarrollar mi profesión día a día, sino que me inspiren emociones y me sumerjan en la tranquilidad para recuperar fuerzas.
El Hotel Particulier de Arles es sin duda uno de esos espacios en los que cualquier día es bueno para amanecer en él. Habitaciones y suites en una casa elegante con un impresionante jardín en el casco antiguo de Arles, centro histórico y cultural de la Provenza.
El Hotel ocupa un palacio del siglo XVIII y, es la última gran casa unifamiliar privada encargada en Arles. Fue construida en 1826 por Guillaume Meiffren-Laugier, Barón de Chartrouse, y es una residencia típica de las elegidas por la nobleza francesa en época de Napoleón. Un tesoro que su actual dueña, Brigitte Pagés de Oliveira, ha convertido en un hotelito de lujo que se reinventa cada día.
El hotel está en el corazón de la ciudad y a la sombra de árboles centenarios. En su interior, las habitaciones son espaciosas, luminosas y muy blancas, vestidas a base de tejidos inmaculados y una lista de mobiliario muy selecta, donde se mezcla sutilmente el mueble francés con piezas emblemáticas del s. XX, como la mesita E-1027, de Eileen Gray, o la famosa butaca Wassily, del diseñador Marcel Breuer.
Nada está aquí por casualidad, todo ha sido revisado bajo el impecable ojo estético de la propietaria. Una decoración con muebles muy bien escogidos y combinados que crean en el interior una atmósfera inmejorable y que con el entorno generan un ambiente mágico ideal para descansar y desconectar.